De contenedor en contenedor

Hace poquito llegó mi contenedor con mis cosas y hoy me volví a encontrar con lo que escribí el día que me fui: que increíble como hay cosas que te acompañan en el camino, que viajan de contenedor en contenedor y como dice Drexler, todo se transforma. El jarrón de mi abuela que vino en contenedor de México a Argentina y ahora se va para Holanda. La botella australiana que me regaló un ex novio, los libros de la casa de mi mamá y los míos que nunca leí. La lámpara antigua de la casa de mi abuela, el espejo de Richard que vino del sur, tanta ropa mía y de María, más de María que mía. El sillón azul de la casa de mi mamá que primero fue prestado, después robado y después donado. Mi mapamundi de flores que tantas veces vi con cariño deseando este momento. Que momento! Que loco lo anestesiada que estoy. Será que estoy segura de que es esto lo que tengo que hacer? Ni una lagrima, el mismo me voy en el avión de cuando era chiquita. Ojos llorosos pero de los demás, no míos. Cuanto amor, cuantos abrazos. Que lindo valorar los vínculos que quedan para siempre grabados en el corazón como la canción del Portezuelo.

Hoy agrego: ojalá hubiese llenado más el contenedor, no de cosas, pero si de personas que extraño, de abrazos, de mi querido sol mendocino que hoy no ha aparecido y de mis montañas y dique Potrerillos. Hay cosas que no se pueden transportar tan fácilmente, más simple será entonces volverse a ir en el avión a darse una buena dosis de Argentina 🇦🇷🤍.