La comodidad a veces incomoda
- Francisca Urrutia Zapata
- Jul 24, 2022
- 3 min read

Me acuerdo cuando empezó el año que yo hablaba con mi mejor amiga y le decía, estoy demasiado cómoda y eso me está incomodando. Tenía un trabajo muy estable, me sabía mis tareas de memoria, conocía muy bien a mi jefe y a mis compañeros de trabajo por lo que a veces no eran necesarias las palabras para saber qué pensaban o les pasaba y podía actuar de forma más rápida y eficiente. Abría google y era todo en español, algo que antes no valoraba. Vivía en una casa muy linda hecha a mi gusto y piacere y tenía mi auto para ir a trabajar, arrancaba trabajando tranquila desde casa, agarraba el auto, estacionaba en mi cochera, llegaba a la oficina, que era mi segunda casa donde además de trabajar yo sentía hogar.
Pero a veces la comodidad incomoda, podes llegar a sentirte estancado, que no avanzas y que ya llevas mucho tiempo en la canoa sin remar, estás ahí flotando, tomando sol disfrutando, pero no estás yendo a ningún lugar en concreto. Hace 101 días vi que estaba la vacante de mi actual trabajo. No es que lleve el conteo (tampoco soy como mi mejor amiga y sus cumpleaños) pero Duolingo me lo recuerda.
A veces soy demasiado determinada y si se me mete una idea en la cabeza me es dficil salirme de ahí. Llevo 101 días estudiando holandés (por aplicación tampoco soy tan aplicada) porque cuando vi esta oportunidad de salirme de la comodidad y volver a remar en mi canoa, por algún lado tenía que empezar, así que empecé por el idioma. Quería que el puesto fuera mío, quería el cambio y estaba muy determinada a incomodarme así que me descargué Duolingo y empecé a estudiar (incluso antes de postularme). Sabía que me iba a ser muy útil hablarlo para poder conectarme mejor con los locales y su cultura.
Hoy fui a Delft a ver a mi amiga Fer y le conté esta historia de la incomodidad. Le dije que ahora yo sí que estaba incómoda, tanto la quería que se me dio. La incomodidad hecha sueco holandés. Dejé mis alpargatas argentinas para pasar a estos suecos que a veces se sienten primer mundo y a veces tercero. Los domingos ya no son domingos, a mi jefe todavía no lo puedo leer como hacía con el anterior, aunque al ser holandés directo y transparente como suelen ser, tampoco es tan dificil hacerlo, me manejo en bici y transporte público, mi golcito ya no es mi golcito y muchas diferencias más.
Pero como me decía Fer, esto es una aventura, es conocer el mundo, es abrirse a lo nuevo. Y un poco de incomodidad no hace mal, te ayuda a avanzar porque en realidad no queremos quedarnos en esa incomodidad, queremos que vuelva a ser cómodo entonces te abris a hacerte nuevos amigos, a estudiar otro idioma, a conocer bien la ciudad en la que vivis así cada vez dependes menos de Google Maps. La casa todavía no la encuentro pero estoy en eso. Hay otras cosas más que todavía están en proceso. Pero bueno, de a poquito, paso a paso, sin pausa pero sin prisa como dice Rosana, mi ex jefe y tanta gente más.
En Delft cuando me despedí de mi amiga me dejó en este molino de viento, me dijo que subiera a verlo, que era de entrada gratuita y que se veía una linda vista desde arriba. Subí y me encontré con estas escaleras incómodas, muy incómodas, bien holandesas, angostas, chiquitas y empinadas. Me tenía que agarrar de la baranda para no caerme y al bajarlas tenía que hacerlo en el mismo sentido de la subida. Me acordé de la incomodidad de mis suecos holandeses y no podía ser más parecida esa escalera a algunos de mis días o momentos que estoy viviendo, pero cuando subí y ví la vista valió la pena. Valió la pena haberme animado. Creo que acá me va a pasar lo mismo. Veremos para donde me llevará mi canoa, por suerte estoy remando.



Comments