La vida nueva y la de siempre

Me gusta cuando combino mi vida nueva con la de siempre. Hoy iba andando en bici al lado del río Ámstel, viendo los barquitos y las banderas holandesas, las casitas y mansiones, nuevas y antiguas, los espacios verdes con vacas y ovejas y por otro lado escuchando a Facundo Saravia mencionar el río Paraná, mis pagos, el chipá, si habremos cantado esa canción, mi mamá siempre llora al final. La cantamos siempre a tres voces con Pauli y nuestra querida madre.

Me acuerdo cuando estaba la incertidumbre de si me venía o no, todavía no me confirmaban y nos fuimos con la Nydi a Potrerillos, mi lugar favorito de Mendoza, a un festival de música, otra de mis cosas favoritas. Fuimos las dos solas, tuve que despachar a una gran amiga porque necesitaba un momento de madre e hija. Hubo viento zonda, mucho, ese no lo extraño, pero escuchamos a Zoe Gotusso, Lisandro Aristimuño y a Kevin Johansen. Nos sentamos en el pasto, comimos algo rico y disfrutamos de un gran día que guardaré para siempre en mi corazón.

A la vuelta ibamos charlando sobre Holanda, la posibilidad de este trabajo nuevo, de lo que iba a implicar, de los cambios y justo empezó a sonar esta canción: Amigo chamigo. Para nosotras es muy especial porque cuando yo era chiquita vivíamos en Corrientes y hacíamos chipá juntas. Habla de los pagos argentinos pero especialmente de los del noreste, lugar que fue muy importante para nuestra familia, especialmente para cuando eramos sólo tres, los tres ositos.

Me dio cosa cuando a empezó a sonar la canción porque ya me imaginaba a mi mamá llorando y manejando a la vez, no iba a ser muy prudente. La empezamos a cantar, porque obviamente, nos la sabemos de memoria y lo que me sorprendió es que terminamos llorando las dos y riendonos a la vez, de lo ridículas que eramos disfrutando tanto de una canción. Nos sorprendió especialmente el final, que cosa increíble, encajaba perfecto, como si hubiese estado escrito desde siempre para mí. Como si me hubiese estado preparando para esto que vivo ahora.

La escuché dos veces, mientras disfrutaba del sol holandés veraniego y se me piantó un lagrimón. Siento que por mucho tiempo aproveché tantas cosas que ahora me quedan recuerdos para saborear y ganas para volver a compartir otro tiempo más. Que linda es mi familia y cuantos valores me enseñaron, me dieron formas amables de tratar a los demás, me ayudaron a valorar las cosas grandes pero especialmente las cosas chiquitas y creo que toda la vida combinaré mi mundo nuevo con el de siempre porque el de siempre está demasiado arraigado para dejarlo de lado, es el que me da el norte, es el que me ayuda a llegar lejos, es el que me acompaña siempre en canciones, fotos, charlas, recuerdos, en la vida misma.

Les dejo el final de esta canción tan linda que a nosotros nos gusta tanto:

Que él hasta siempre al llegar también te diga

Que un nuevo rumbo es el que yo voy a tomar,

Y si el destino me invita a llegar muy lejos

Sabiendo de donde vengo será más fácil llegar.