Sed de aprendizaje

Y hoy se terminan mis primeras vacaciones europeas en una Paris ventosa y un poco lluviosa como para ya irme aclimatando a mi querida Ámsterdam invernal a la que extrañé pero justamente no por el clima. Estuvimos con gente muy querida, con familia y amigos que son como familia. Tuvimos muchas charlas de temas distintos que al final nos llevaban a lo mismo, a descubrir todo el amor que nos rodea y lo única e irremplazable que es cada persona y cada esquinita del mundo. Ayer fue mi día favorito del eurotrip. Será que ya estaba relajada, acostumbrada a la linda compañía de mi mamá, hablando en español en Paris y con la mejor intérprete que nos pudo tocar, una francesa de las buenas que nos llevó para todos lados y nos mostró su ciudad. Lo que más me gustó de ayer es que me hizo dar cuenta de la sed de aprendizaje que tengo, de que tengo ganas de seguir estudiando y descubriendo el mundo, de pensar de forma diferente y cuestionarme los razonamientos. Por muchos años Jean Paul Sartre marcó varias ideas mías, las enseñé en las clases de filosofía y fue gracias a él y a mi profesor Gonzalo, que siempre me valoró y me dio mi lugar, que descubrí lo apasionante que es la oratoria para mí. Fuimos a su cafecito, al que iba seguido con Simone de Beauvoir y sin quererlo nos sentamos en su esquina en donde tantas veces escribieron y debatieron sus ideas. Que linda que es la vida y que linda que es Paris. Por suerte siempre la tendremos. Y suerte para mí que en 3 horas de tren puedo andar por ahí.