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Un poco de lluvia y un poco de sol

  • Writer: Francisca Urrutia Zapata
    Francisca Urrutia Zapata
  • Jul 26, 2022
  • 3 min read

Updated: Jul 27, 2022


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Hoy arranqué mi día a las 4 am. Me desperté de la preocupación grande que todavía tengo de no encontrar casa y tener que vivir a partir del 1ro de septiembre en un parque o en algún lugar similar. No hubo forma de volverme a dormir. En mi cabeza no paraba de pensar. Pensaba en todos los miedos actuales que tengo, pensaba en los peores escenarios y pensaba, pensaba, pensaba. Sonó la alarma a las 7 am, abrí las cortinas y el cielo estaba tan nublado que ni una partecita celeste se veía. Desayuné y salí para la oficina. Como lloviznaba el asiento estaba mojado y por pura casualidad yo tenía servilletas en la mochila así que me pude sentar cómoda. Gran aprendizaje: para países como este donde la lluvia y las bicis abundan, siempre conviene llevar algo para secar la bici por si el clima se muda.


Mi primo me calmó diciendo que no me estrese, que no voy a vivir en la calle. El vive acá así que cualquier cosa nos uniremos los Zapata, no seremos hermanos, pero es la ley primera y la sangre tira. Creo que su abuelo Jorge debe estar con una sonrisa desde el cielo viendo a su nieto con ese corazón tan grande cuidando a la nieta de su hermanito Juan Antonio. Cuando uno tiene sueño pierde un poco el control de las situaciones, no estás muy despierto y te bombardean las emociones. A mi me pasa que me sensibiliza el cansancio. A la tarde hablé con una amiga de Santiago del Estero que justo fue a Mendoza la semana pasada, me dijo que mi provincia la recibió muy bien, que el clima estaba muy lindo, que hizo calor y hubo muchos días de sol. Al leer lo que me puso se me piantó un lagrimón y bueno lagrima va, lagrima viene, por suerte soy experta andando en bici así que llegué sana y salva a casa.


Cuando ando en bici por el centro de la ciudad me acuerdo de la ida con mi mamá a los senderos de chacras con las Chicas Trek. Yo iba penúltima en la fila y la que iba última no paraba de gritarme: más rápido, más rápido, más rápido tanto que del miedo y la presión me terminé cayendo. Habían cáctus, pozos, piedras grandes, piedras chicas, arena, palos y las Chicas Trek con sus remeras rosadas se caían y se levantaban como si nada. Siempre me quedé muy impactada con esa salida y ahora que ando por Ámsterdam para todos lados con la bici me acuerdo de mi mamá y de las Chicas Trek. Acá no habrán pozos ni cáctus pero se pone la luz verde del semáforo y todas las bicis salen rápido, rápido, rápido.


Mi día por suerte fue cambiando, así como el clima. Arriba de la bici y con música en los auriculares casi siempre soy feliz así que después de unos 30 minutos de recorrida ya llegué con otra cara a la Centraal Station. Ahí me encontré con una persona muy distinta y especial. Me llevó a caminar por mi posible futuro barrio, charlamos tantas cosas y llegamos a una profundidad de diálogo que no con todos se logra en tan poco tiempo. Salió el sol, se me fueron las preocupaciones (aunque sea por un ratito) y después de una charla profunda y haciendonos una linda compañía compartimos unas papas fritas (que acán son buenísimas) con mayonesa y ketchup, porque sí, soy muy fanática de las papas pero especialmente del ketchup.


Volví a la hora del atardecer, mi favorita, y lo bueno de que sea un país en el que suele estar nublado es que tiene más nubes para los atardeceres así que el cielo se tiñe de rosado y se amalgama con los ladrillos de los edificios. A veces hay lluvia y a veces hay sol y muchas veces conviven y en esa convivencia agridulce es donde podemos encontrar una gran riqueza: crecer y disfrutar a la vez.





 
 
 

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